viernes, 21 de diciembre de 2012

Zamora ciudad: su historia, sus personajes ilustres y sus obras


La importancia de Zamora como ciudad histórica y artística se debe principalmente a la Edad Media, durante la cual se construyeron sus iglesias románicas, su catedral, su castillo y sus murallas, con las que está relacionado el famoso cerco o asedio del siglo XI, que dio lugar al relato que podéis leer a continuación:

"El Cerco de Zamora"


    Fernando I, en su lecho de muerte, repartió sus reinos entre sus hijos: a García le entregó Galicia, a Sancho II Castilla y a Alfonso VI León. Sancho II trató de reunificar los tres territorios, pero en 1072, la nobleza leonesa se reunió en Zamora en torno a la infanta Doña Urraca, en un intento desesperado de seguir manteniendo su independencia e identidad. Sancho II, tras haber derrotado a García y a Alfonso VI, sólo necesitaba tomar la ciudad de Zamora para lograr la reunificación. Pero la ciudad resistió un duro asedio durante siete meses. El Cerco a la ciudad finalizó el 7 de octubre de ese año, cuando Bellido Dolfos, que había salido de Zamora y se había ganado la confianza del rey, le dio muerte con el venablo del propio rey. Bellido regresó a la ciudad perseguido por el Cid, entrando por el tradicionalmente llamado "Portillo de la Traición", hoy puerta de la Lealtad.



Diego Ordóñez, noble castellano, retó a los zamoranos y un noble caballero zamorano, llamado Arias Gonzalo, salió en defensa del honor de los zamoranos. Sus hijos se enfrentaron a Diego Ordóñez en el Campo de la Verdad, hasta que el último de ellos antes de expirar, logró sacar del Campo a Diego Ordóñez, salvando así el honor de la ciudad. 

Esta historia, que dio lugar a la célebre frase de "Zamora no se ganó en una hora", ha quedado inmortalizada en la literatura, sobre todo, en el "Romancero".

A través de las siguientes  imágenes y unos sencillos versos quiero presentaros mi ciudad  para que conozcáis su historia, su arte, sus calles y sus personajes más célebres.
zamora, memoria en la piedra


 Ciudad tranquila,
ciudad en calma,
ciudad chiquilla,
ciudad del alma.

La mece
un grandioso río,
la protege 
una muralla,
en su interior
un castillo,
como una hermosa
atalaya. 

Aguas abajo,
mi río, espejo 
de mi catedral,
a su puente,
a sus aceñas
las aves
van a parar. 

Aguas abajo, 
mi Duero,
junto a él
la muralla va,
vestigio
de otros tiempos,
defensa 
de mi ciudad.

Río, iglesias,
historias,
puentes, castillos,
casonas,
aceñas, palacios,
memorias,
personajes ilustres
y obras. 

San Claudio,
San Cipriano,
La Magdalena,
San Juan,
La Horta,
San Leonardo
y otras iglesias más,

todas ellas
del Románico,
en Zamora
has de admirar,
si cigüeñas
quieres ver,
sus torres
has de observar. 



    En San Torcuato,
"Los Momos",
en Santa Lucía,
"El Cordón",


son palacios
conocidos
por su arte
y su función,
como el de Alba y Aliste,
hoy en día 
Parador.

Si de calles
hablamos,
no podemos
olvidar
Santa Clara,
San Cipriano
y la cuesta
Balborraz,


     o si prefieres
Pizarro,
el Troncoso
y otras más.



Si la historia
te interesa
      no dejes de            preguntar
por el Cid 
o por Viriato,
son leyendas 
del lugar.

Si de artistas
se trata
y escultores
de verdad,
no te olvides
del gran Lobo,
cuyo nombre
es Baltasar,

y, cómo no,
el gran Barrón
merece
honor especial,
por su Viriato
y su ariete,
que sin duda
admirarás.

De nuestra
Semana Santa,
dos hombres
a recordar:
Haedo,
músico singular
Ramón Álvarez,
imaginero genial.

 Y si escritores
prefieres


y poetas de verdad,
ahí tienes 
  a León Felipe
moldeado
  por Baltasar, 
 o el gran Claudio Rodríguez,
el del "Don 
de la ebriedad"
Como dice
el Romancero,
un lugar
se me olvidaba,
Valorio lleva
por nombre
y de niño
allí jugaba.

Si algo más
quieres ver
en esta ciudad
singular,
visita
nuestros museos
y disfrútala
de verdad. 

Si quieres saber más sobre Zamora, su historia o sus personajes más célebres, 
visita los enlaces ya señalados o los siguientes: 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Zamora ciudad: Rúas, plazas y rincones

Rúas, plazas y rincones de la ciudad de Zamora

¡Cuánto me gusta callejear por el casco antiguo de mi ciudad! Sus rúas estrechas exaltan, aún más si cabe, las procesiones de su Semana Santa, de fama internacional. Rúas que, de una forma u otra, te conducen unas a la catedral, otras, a unos rincones preciosos y otras a unos miradores con unas vistas espléndidas del río Duero, sus puentes y sus aceñas.